Muchos lo piensan. En abril de 1999, el recién llegado a Lima presidente del directorio de The Coca-Cola Company, M. Douglas Ivester, camiseta ecuador tuvo que probar en público -para el público- la gaseosa que los peruanos preferían. Lo cierto es que la compañía que había hecho añicos a la Pepsi en Estados Unidos, y que en menos de una semana desbarató el imperio de esta bebida en Venezuela, que facturaba más de diez mil millones de dólares al año, que pudo conquistar el enorme mercado asiático, que auspiciaba en exclusiva los mundiales de fútbol y las olimpiadas, que distribuía botellas etiquetadas en más de ochenta idiomas, que alguna vez hizo de Buenos Aires la ciudad más cocacolera del mundo, que se había adueñado de Columbia Pictures, que estuvo a punto de comprar American Express, que fue publicitada por The Beatles y Marilyn Monroe, y que hacía que el emperador de Etiopía, Haile Selassie, subiera a su avión sólo para ir a comprarla a países vecinos, es decir, la Coke, nunca logró convencer del todo el paladar de un país tercermundista llamado Perú».
De hecho, las cifras están disparadas: «Las camisetas ‘replica’ están en pleno ‘boom’, las cinco principales ligas vendieron el año pasado más de 16 millones de unidades, y se espera que siga el crecimiento», dice Peter Rohlmann, camiseta usa mundial 2022 doctor en ‘marketing’ y uno de los mayores expertos en camisetas de fútbol del mundo. Normalmente hay tantos lugares en el mundo para ver que son pocas las posibilidades de volver a visitar una ciudad en la camiseta marruecos 2022 que ya estuviste.
