Furiosos, los ingleses se quejaron ante los árbitros que, creyendo que Maradona había cabeceado la pelota en lugar de con la mano, confirmaron el gol. La historia también cuenta que las camisetas de Argentina ese día se compraron en el último momento , ya que el seleccionador Carlos Bilardo temía que sus jugadores pasaran demasiado calor con el traje oficial.